Hace algunas semanas me parecían exagerados los encabezados de los principales diarios fiorentinos, todos escribían sobre una “Fiorentina de Champions” y sinceramente sentía que empezaban a volar alto con la imaginación.
El camino de la escuadra viola empezó el 26 de agosto en el estadio Artemio Franchi de Florencia con el derby toscano que enfrentaba a la Fiorentina con el Empoli, encuentro que terminó con una victoria para el equipo guiado por Cesare Prandelli, de ahí siguieron alti bajos para la sociedad que se vieron beneficiados por el desinterés que hasta la fecha ha mostrado el AC Milan en el Campionato Italiano.
Por otro lado la escuadra toscana ha logrado su calificación a los octavos de final de la Copa Uefa después de superar la fase de grupos contra equipos como Villareal, AEK, Elfsborg y Mladá Boleslav y trás derrotar al Rosenborg BK de Noruega en la fase de los 32 mejores equipos que enfrentan la competencia europea.
Sin embargo fue hasta el domingo 2 de marzo que empece a realizar como una realidad la posibilidad de ver el año próximo a la Fiorentina jugando la Champions League, ¿Por qué no? Si, después de más de 20 años lograron vencer a mi equipo en casa, más de dos decadas pasaron antes de que la escuadra toscana saliera victoriosa del campo de la Juventus, la suerte quería que Gobbi empezara a escribir la historia con el gol al minuto 19 del PT, pasaron sólo diez minutos antes de empatar gracias a Sissoko, Camoranesi nos hizo soñar por algunos minutos hasta que Papa Waigo y Osvaldo (en el último minuto) decidieron que la victoria era para el equipo visitante.
Y fue así que llegue a la conclusión de que algo en la Fiorentina había cambiado, ya no se trata de aquel “grande equipo” que se hacía chico al enfrentar a sus similares de siempre (Inter, Juve, Milan y Roma), por fin encontró la dosis exacta para afrontarlas y obtener resultados que nos hacen esperar verdaderamente en una Fiorentina de Champions.
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